miércoles, 24 de octubre de 2012

Elecciones a golpe de ANCLA.

Las Elecciones Autonómicas de Galicia y el País Vasco, al igual que las pasadas elecciones de Andalucía, no han dado tregua. Ni los "impopulares" recortes realizados, ni los presupuestos “populares”, ni la descarada ausencia de un programa anticrisis previamente planificado, han logrado hacer mella en el electorado de estas Comunidades. Si bien es cierto, que en el caso de Galicia, la situación se puede resumir, en una continuidad “acomodada” del voto al Partido Popular por la existencia de una antipatía “reavivada” - y atusada por la actual situación de crisis y el afán de los Populares de asociarla al Partido Socialista - para-con el PSOE, en el caso del País Vasco, los resultados han puesto en evidencia, una tónica que, previsiblemente, y con precedente en las del 2011, se traducirá en un resurgir de los partidos independentistas, así como de aquellos otros minoritarios de izquierdas y derechas que coexisten en toda España.

EL LEITMOTIV. El PSOE sigue cargando en sus espaldas las peores consecuencias de la crisis. Mientras, el PP se está encargado, como bien ha hecho Feijóo en todas sus comparecencias públicas y debates, de “clavar el ancla de la crisis” así como sus pertinentes secuelas sociales con la gestión del Partido Socialista, para que éste, si no se hunde, al menos no avance.

Respecto a la “comunicación política” llevada a cabo por cada uno de los candidatos que han incurrido en las elecciones, la conclusión cristalina: todas las estrategias puestas en marcha han estado condicionadas por el contexto nacional imperante. Un contexto que está fuertemente determinado por la artillería propagandística del Partido Popular, y en el que ha pesado más la cercanía de la crisis y su asociación al PSOE, que todas y cada una de las descabelladas medidas y recortes realizados por el actual Gobierno del PP.

 Vázquez                                     Feijóo
Una palabra es la que podría llegar a definir las estrategias comunicativas y políticas de los candidatos del PSOE y el PP en Galicia, especialmente en forma (no así en contenido y esencia): la equivalencia. El clasicismo y la sobriedad de ambos candidatos a la hora de expresarse y comparecer ha sido prácticamente similar. La única diferencia, y posiblemente, el “as” en la manga de Feijóo ha sido la seguridad que le otorgaba su cargo y la defensa de una gestión que, mejor o peor, frente a las promesas de Vázquez, ha tenido mayor calado en el electorado gallego. Un electorado que, todo sea dicho, siempre ha sido fiel a su voto conservador.

Nixon                                          Kennedy
A nivel de imagen y presencia, y especialmente en el debate retransmitido por la Televisión Autonómica Gallega, a Vázquez le ha pasado lo que ha Nixon frente a Kennedy hace 50 años. Mientras Feijóo supo adaptarse al lenguaje audiovisual y “coquetear” con las cámaras adoptando una actitud decidida y ganadora – de Presidente –, Vázquez sufrió los constantes ataques del primero, sin tregua alguna para presentar su candidatura como alternativa válida frente a la Popular. La dialéctica de Feijóo, basada, fundamentalmente, en el argumento de las “malas herencias” del PSOE a nivel nacional, dejó a Vázquez encorsetado en un afán por “salvar” la manida “propaganda negra” que el PP quiere asociar al Partido Socialista a nivel Estatal.

Lo que ha sucedido en el caso de las Elecciones Vascas, y concretamente a Patxi López, no responde a la ineficacia una estrategia comunicativa y política determinada. Si bien es cierto que el candidato socialista ha mantenido su talante y sobriedad en todo momento, el contexto independentista, la incursión de Bildu en los pasados comicios, y la compaña de desprestigio para – con el Partido Socialista en todos los niveles, ha venido a reafirmar una tendencia que, como se ha dicho anteriormente, no hará más que potenciar el resurgir de partidos minoritarios y nacionalistas en el País Vasco, pero también en toda España.

Está claro que el PSOE se enfrenta a uno de los peores momentos de su historia. Sin embargo, no podemos dejar de lado el optimismo que nos caracteriza y la constancia y voluntad que nos es propia. Superar este “bache” se traducirá, inequívocamente, en una prueba de supervivencia del Partido. En un síntoma de la necesidad de “regeneración”; de adaptarnos a las circunstancias para combatirlas y reanudar la marcha con paso firme. El ancla, por mucho que se revista de “crisis”, no deja de ser un ancla, y tenemos que encontrar la forma de dejarlo donde se clavó para continuar avanzando. Quizá sean ocho años, quién sabe si doce. Ahora toca hacer autocrítica, sin dejar de denunciar las aberrantes decisiones y medidas del Partido Popular.

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