miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Educación? Si, pero con servidumbre.

Montserrat Gomendio, Secretaria de Estado de Educación, Formación Profesional y Universidades anunció hace unas semanas cómo afectarán los recortes en la Educación Infantil. Señaló que la etapa de 0 a 3 años "es una etapa de componente educativo menor", por lo que se elimina el programa Educa3, una iniciativa que buscaba ofrecer una Educación Infantil de calidad a la vez que daba respuesta a la necesidad de las familias de conciliar la vida familiar, personal y laboral. 



Después de visualizar el video, y partiendo de la base que los recortes en educación y en sanidad suponen un retroceso considerable en la lucha y consecución de más y mejores derechos sociales, no puedo más que añadir que, efectivamente, son vergonzosos y están vacíos de significación los argumentos a los que se acoge el nuevo Gobierno para llevar a cabo dichos recortes en programas como Educa3.

La escolarización entre los 0 y los 3 años tiene un alto componente educativo, pero también un importante componente asistencial. Da la sensación que Gomendio quiere decir lo contrario, pero después de “aclarar” - de forma bastante dubitativa - que el periodo de 0 a 3 años “es una etapa con un componente educativo menor” no se da cuenta que, antitéticamente, afirma que el programa Educa3 posee “un importante componente asistencial y de conciliación”. Es decir, según su criterio, Educa3 no posee componente educativo significativo, y aunque sirve como componente asistencial y de conciliación, es necesario eliminarlo. En otras palabras, ni Educación de calidad, ni Igualdad real.

En su afán por buscar argumentos que justifiquen los recortes, no se da cuenta que, al mismo tiempo que rechaza el valor de la educación a edades tempranas, está dilapidando otros elementos complementariamente ligados a dicha educación, como son la conciliación laboral y la corresponsabilidad en el ámbito doméstico y familiar.

Tal y como se indica en Vivencias de maestros y maestras. Compartir desde la práctica educativa (2005), el primer ciclo de la etapa de educación infantil de cero a tres años es de vital importancia, especialmente para detectar si existe alguna necesidad educativa que precise ser abordada por algún profesional. En esta etapa la escuela debería garantizar y velar por una sólida consolidación de las habilidades y capacidades básicas necesarias para que cada alumno o alumna desarrolle al máximo el currículo escolar en función de sus posibilidades. Lejos de constituirse en “un componente de educativo menor”, la atención precoz se convierte en una herramienta preventiva en tanto en cuanto puede proporcionar un diagnóstico y un tratamiento. 

En este mismo sentido, es vital no perder de vista la conexión directa que existe entre la educación precoz y la conciliación laboral, familiar y la corresponsabilidad, algo que parece no tener en cuenta Gomendio a la hora de segregarlas sin más. Una educación precoz complementa la conciliación de la vida familiar, personal y laboral, y viceversa. La conciliación de la vida familiar y laboral es difícil pero muy necesaria. Si no pensamos en ella como un componente necesario, y lo obviamos a pesar de ser conscientes de su importancia – como hace Gomendio –, no hacemos más que continuar allanando el camino de las desigualdades. 

En los momentos actuales, dudar del peso decisivo que las experiencias de los primeros años de escolarización tienen en el desarrollo posterior de los niños y niñas, así como cuestionar que contribuya a una mejor conciliación de la vida familiar y laboral de las familias, es ERRAR, con mayúsculas.

Con recortes y decisiones de este tipo queda de manifiesto que Gobierno actual no tiene muy claro cuál es la amplitud del concepto de transversalidad de la Igualdad, llevándose por delante, la base y cimientos de logros que han costado lágrimas y sudor. Su objetivo está claro: Destruir un statu quo de libertades y derechos, para garantizar el retroceso a tiempos de servidumbre.

lunes, 21 de mayo de 2012

TVSexismo


Hace unos días me preguntaba una compañera que como periodista, ¿qué opinaba sobre el tratamiento que se lleva a cabo de la mujer en los medios de comunicación? De inmediato me vino a la cabeza una discusión que mantuve, precisamente con otro compañero de la radio, en medio de una charla sobre este tema en concreto. Para no variar, puntos de vista contrapuestos, por no decir totalmente irreconciliables. Aquí les dejo el mío...

Los medios de comunicación actuales no solamente son sexistas, sino que, en gran medida, contribuyen a continuar reproduciendo estereotipos y cánones que, a la larga, parte de la sociedad terminará interiorizando como algo cotidiano. Esa es - y ha sido - la gran "tara" comunicativa en nuestro país; potenciar y propiciar la difusión de estereotipos erróneos de manera intencionada.

La mujer, como el hombre, no debe, ni tiene que ser etiquetada o comparada - simplificada - a unos rasgos comunes o generales. El tratamiento que se lleva a cabo de las mujeres en la televisión es, en la mayor parte de los casos, un tratamiento simplista y sesgado en forma y fondo. Nada es casual en televisión, como tampoco es casual que el estereotipo que se repite en las series más vistas, permita concluir que el canon de mujer actual en España es "el de una mujer autoritaria y mandona, que tira de toda su prole". Todo se resume a una cuestión de rating y audiencia. Si lo que vende en pleno prime time, es una mujer mandona, astuta y autoritaria, todos los canales ofrecerán un producto que permita hacer competencia al de la cadena vecina. Osea, todos los canales tendrán una mujer con esas características. Por encima de los valores en pro de la Igualdad, por encima de un tratamiento no sexista del contenido informativo, por encima del la propia ideología de la cadena, por encima de todo esto, lamentablemente, está el business. Y por encima del business, están LOS JEFES (en masculino, porque por triste que parezca, las altas esferas de los medios de comunicación, así como las de otros sectores de poder, continúan siendo "propiedad masculina").

Después de haber trabajado en una conocida cadena de televisión, tengo perfectamente cotejado que, en prácticamente todos los canales se repiten una serie de características que, lejos de ayudar a la consecución de una sociedad más igualitaria y menos sexista, lo que hacen es, precisamente lo contrario: difundir valores y estereotipos que la sociedad, tarde o temprano, continuará potenciando y reproduciendo.

Ni las presentadoras cobran más que los presentadores, ni se les concede la misma credibilidad a las unas que a los otros. Los informativos más vistos, siempre están presentados por hombres (la mayor parte de ellos puestos a dedo, o viejas glorias que se pueden permitir el lujo de seleccionar la mejor franja horaria por ser quien son). Lo programas de cotilleos - salvo (ame) excepciones - son guetos de mujeres. Un compendio de "gritos", "insultos", descalificativos y demás reclamos sonoros que no hacen más que continuar estereotipando a la mujer como como si ésta formara parte del mobiliario de ese tipo de programa.

¿Cuántos late shows han estado dirigidos y presentados por mujeres? ¿El de Eva Hache? ¿Cuántas veces no hemos visto a mujeres llorando delante de una cámara? ¿Cuántos hombres lo han hecho en condiciones similares? Todo está calculado, y lo pero de todo, es que deliberadamente. Ya sea en series de televisión, como en programas o en informativos, la mujer debe salir radiante, guapa, atractiva... y si es preciso masculinizarla y ponerla a presentar deportes para que parezca que se trabaja en base a unos principios de Igualdad, se pone y punto. Otra cosa es que luego termine anunciando lacas y productos de belleza con su mejor sonrisa. Nada escapa al negocio de los medios de comunicación. Ni el más mínimo detalle. Si Aída es una mujer "mandona y astuta" en la serie, publicitando yogures es una mujer que tiene "la necesidad" de ir al baño de forma regular y por eso compra un yogur específicamente diseñado para mujeres.

Son muchos los ejemplos que se podrían reproducir a la hora de dar una respuesta a la pregunta de si los medios de comunicación difunden mensajes "sexistas" o con componente "sexista" en los productos que elaboran. Decía Karl Kraus, que "la ley básica del capitalismo es tú o yo, no tu y yo". Con los medios de comunicación ocurre algo parecido. Primero es el negocio, y luego también. El público, la audiencia, la sociedad y sus valores, no tienen cabida en un mundo que vive de eso, de generar valores, aunque no sean los más adecuados o justos.

martes, 15 de mayo de 2012

El esfuerzo de cambiar realidades

Dicen que cambiar realidades nunca ha sido cosa de dos días. Y no, no es una labor que se pueda realizar con facilidad, y mucho menos, sin la colaboración y la participación de la ciudadanía. Hace unos días, precisamente participando en un Foro sobre Igualdad me di cuenta que el lenguaje inclusivo, no sexista, es una de esas realidades sociales que - necesarias - precisan de un esfuerzo colectivo para que lleguen a materializarse como tal.


El lenguaje inclusivo es un reto que debemos comenzar a "normalizar" en todos y cada uno de los ámbitos y espacios en los que se desenvuelva y desarrolle el ser humano. Desde el ámbito académico, con una especial incidencia en su uso oral y escrito, pasando por la política y los discursos públicos, así como en las conversaciones y encuentros sociales del día a día.

La Real Academia Española se hace un flaco favor a sí misma considerando que un "lenguaje inclusivo, no sexista" va en detrimento de la comunicación y los procesos comunicativos. Se olvidan que nuestro idioma, precisamente nuestro idioma, por su riqueza y amplio léxico, se puede articular de mútliples formas y no por ello se dificulta su entendimiento y comprensión.

Está claro que la interiorización y asimilación de un lenguaje inclusivo, no sexista, conlleva un proceso de adaptación que, a tenor del tradicional arraigo del uso sexista del lenguaje actual, requiere de esfuerzo y mucha paciencia. Sin embargo, todos y cada uno de los cambios sustanciales que se han producido en nuestro idioma han requerido de un esfuerzo similar o superior al mencionado.

Cambiar de registro y re-codificarnos para hacer un uso no sexista del lenguaje es una labor que, sin esfuerzo y dedicación, difícilmente podría conseguirse. Si hemos sido capaces de asimilar y aceptar la incorporación de cerca de 19.300 nuevos cambios en el Diccionario de la Real Academia Española desde el año 2001 ¿no podemos ser capaces de asimilar, normalizar e interiorizar el uso de un lenguaje inclusivo?

Dice el secretario de la RAE, Darío Villanueva que «la Academia no legisla, no crea realidades. Simplemente introduce en el Diccionario acepciones y términos que están en el lenguaje. No emite en relación con ellos ningún juicio de valor, actúa con la más absoluta objetividad, al considerar que afecta a 450 millones de personas».* Entonces, ¿por qué se considera que el lenguaje inclusivo impide la comunicación? ¿No se coarta de esta manera la posibilidad de generar y crear nuevas realidades? Cambiar realidades es trabajo de la sociedad y de la ciudadanía que así lo anhele. Disponemos de un vocabulario lo suficientemente amplio como para poder comenzar el cambio. Y ya ha comenzado.

Otra cosa es que desde la RAE, ese cambio no sea visto con buenos ojos. Después de siglos de "rutina lingüística" y uso no inclusivo del lenguaje, plantear el lenguaje inclusivo, no sexista, como una opción válida e igualitaria, debe chocar con sus patriarcales planteamientos y patrones psicosociales. Pues ya es hora de que se den cuenta que el mundo se mueve y el cambio, ni se consulta, ni se frena. Y ahí radica la verdadera significación de sus "herméticos esquemas" pues, cuando el cambio no se acepta, la resistencia al mismo se convierte en enfermedad.