miércoles, 15 de enero de 2014

TICKET to BURUNDI

"...Y recuerde, en caso de una pérdida de presión de la cabina, se abrirán automáticamente los compartimentos situados encima de sus asientos. Si esto ocurriese, tire fuertemente de la máscara, colóquela sobre la nariz y la boca, y respire normalmente. Asegúrese de tener su máscara ajustada antes de ayudar a otros pasajeros. Los pasajeros que viajan con niños deben colocarse su máscara y luego colocársela a los niños". Justo como le dije a mi amiga: "Aprende a quererte a ti misma, para que puedas empezar a querer a los demás"

No se trata de apología del egoísmo. Tampoco de un guiño al egocentrismo atomizado. La máscara, como efigie del individualismo en su versión más cándida, es meramente un recurso para entrar al trapo de lo que realmente trata este artículo; la necesidad de conocerse a uno mismo y hacer balance de nuestras carencias y necesidades. Es imposible que uno se sienta querido, si, a priori, no nos queremos a nosotros mismos como prólogo de un idilio solidario para – con los demás.

Ahora resulta que España está saliendo de la recesión. Que los mercados están recuperando la confianza; que los inversores ven apetecible el pastel y su Guindos; que la Bolsa, emergente, nos vuelve a mirar con buenos ojos; que... ¡qué casualidad! Ahora resulta que nos sentimos queridos cuando, hasta hace unos meses, éramos parias a nivel global. Y continuamos cayendo en aquel terrible error de colocarle la máscara a los otros pasajeros aunque nosotros estemos al borde de la asfixia. ¡Cuidado! Porque la consecuencia más inmediata, y más temible, de la asfixia, es el daño cerebral que se produce cuando no llega oxígeno al cerebro.

Nos reconocen, pero no nos sentimos reconocidos. Como decía aquella amiga del café de las cinco: "Todo el mundo me da amor, pero yo no me siento querida" ¡Qué contradicción! De la noche a la mañana salimos de una crisis. Se ve la luz, dicen. Y la máscara de oxígeno se la ponemos al otro. Se ve una luz, si, al final del túnel.

"El cinturón de seguridad debe permanecer abrochado siempre que la señal luminosa de cinturones permanezca encendida". En otras palabras... no nos quitemos el cinturón hasta que todo esto pase. Porque por mucho que el vecino nos diga que es "mera instrucción preventiva", el vuelo es vuelo hasta que el avión pone sus ruedas en la pista. Y nosotros, por más que lo anhelemos, todavía estamos en el aire. Como en el aire queda la segunda joroba del dromedario que quiso ser camello. Como en el aire queda la incertidumbre de si la evolución de la economía española en los próximos ejercicios será suficiente para contener la creciente deuda pública y reducir la tasa de desempleo actualmente existente.

La España del puro está de moda. La España de las im[fanta]putaciones, la España del Bulevar - de los sueños rotos -, La España del abortsesinato... La España de los 6 millones, la España de hace 30 años está "in". Ya lo dice El Mundo: "España, [es] centro de todas las miradas". ¿Cómo pueden no querernos nuestros vecinos? Somos la Belén Esteban que "todos adoran". La que se quita la máscara de oxígeno porque por su hija "ma – ta". Los que nos vendemos al mejor postor porque mientras "nos dan amor" – aunque no lo sintamos – nos regocija que digan que estamos saliendo de este miércoles. Reflexiones sobre ambiciones, la menina al banquillo, el esperpento.

Y en San Miguel, como en Burundi, la historia sigue su curso. Lenta y farragosa como la respuesta a los Registro de Entrada, ¡Qué no es Baladí! Los intereses se cuentan en números "primos". La moda, por ser moda, nunca existió. El busto sigue inmaculado, y el pas(c)to sirve de alimento para los nuevos inquilinos cuadrúpedos del Llano. Las carreteras, cortadas, permanecen impertérritas, atentas al olvido que les ha sido otorgado. Y en la costa, los socavones nos hacen mirar al cielo. A esos aviones que llegan...

"Señores pasajeros, bienvenidos al aeropuerto de Burundi. Por favor, permanezcan sentados, y con el cinturón de seguridad abrochado hasta que el avión haya parado completamente los motores y la señal luminosa de cinturones se apague. Los teléfonos móviles deberán permanecer totalmente desconectados hasta la apertura de las puertas. Les rogamos tengan cuidado al abrir los compartimentos superiores ya que el equipaje puede haberse desplazado. Por favor, comprueben que llevan consigo todo su equipaje de mano y objetos personales. Les recordamos que no está permitido fumar hasta su llegada a las zonas autorizadas de la terminal. Si desean cualquier información, por favor diríjanse al personal de tierra en el aeropuerto; muy gustosamente les atenderán. Muchas gracias y buenos días"

1 comentario:

  1. Estoy con la lagrima literal. Uno: por la forma tan hermosa de plasmar en un articulo de politica una frase de vida con la que he navegado siempre como estandarte "para querer a los demas , es necesario primero amarse a uno mismo" .... Dos: porque cada dia me siento mas orgullosa de ser tu amiga.

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