Querida Marlene, ya hace bastante tiempo que no te escribo, pero el otro día sucedió algo que, irremediablemente, volvió a hacer que pensara en tí. Una amiga - la misma de siempre - me preguntó que si era normal que su novio continuase siendo tan celoso y posesivo después de un año de relación. Mi respuesta fue tajante al respecto: No es normal, ni al principio ni al final. En una
relación amoroso - afectiva los celos no deben tener cabida, y si existen, probablemente se deba, a que dicha relación está condicionada por estereotipos de género vinculados a la idea del
Amor Romántico.
Las
relaciones afectivo-amorosas de la Juventud no sólo están
condicionadas por los estereotipos de géneros vinculados a la idea
del Amor Romántico, sino que suponen un reflejo y consolidación de
los mismos a lo largo de las últimas décadas, y especialmente, “gracias” al
papel que han desempeñado los medios de comunicación en su difusión
y estandarización. Somos hijos e hijas de millones de mensajes
preñados de gran carga sexista y segregadora. Hijos e hijas de
cánones y “vidas ajenas” que, por unos motivos u otros, o quizá,
por las circunstancias generacionales y contextuales de un momento
determinado, interiorizamos como ejemplos a seguir, si no,
como“objetivos” vitales.
En
pleno siglo XXI, cuando todos y todas creíamos que comenzamos a dar
pasos en materia de Igualdad y prevención de la Violencia de Género,
resulta alarmante, que entre las Juventud se observe un reforzamiento
y reproducción de patrones sexistas, violentos y potenciadores de la
asunción de roles agresivamente diferenciadores entre hombres y
mujeres.
Desde
los tiempos del Coñac Soberano*, pasando por la “revolución
sexual” de los años 80, sin olvidar la generación Disney y la de
los test “del amor” de las revistas para adolescentes... Todas,
incluidas aquellas que han interiorizado las “bondades” del
estilo Sex in the city, el desenfado de ser Rebelde y
la inexplicable - pero anhelada – sensación de ser tronista o
súbdito/a y viceversa, son generaciones que han ido asumiendo – y
reproduciendo – realidades “artificiales”. Realidades que,
inequívocamente, han ido solapándose las unas con las otras, dando
lugar, en la actualidad, a un mix de valores “quiméricos” que
dista bastante de situar a la Juventud en un punto de partida de
igualdad real en lo que a sus concepto de una relación
afectivo-amorosa se refiere. Lo más sorprendente de todo, es que no
hace falta haber vivido todas las generaciones para ser producto y
consecuencia de las mismas.
La
Juventud asume sin más - y las canciones nos lo dicen a diario - que
“el amor, si es amor, tiene que doler”, que hay que buscar a
“someone like you” y que, siempre, siempre, - aunque haya que
esperar una eternidad - habrá una media naranja que nos haga felices
“comiendo perdices”. Si es que... ¡¡hasta Carrie!!, una mujer
independiente, inmersa en la vorágine de la gran ciudad, ¡¡termina
cediendo ante los “seductores” gestos de su amado “BIG”!!
(grande, como no podía ser de otra forma).
Universidades
e institutos... están repletos de chicos y chicas que responden a
múltiples perfiles afectivo-amorosos, pero todos ellos – los
perfiles – regidos por las mismas directrices o valores de
sumisión-dominio. Se ha
producido un retroceso en los derechos de las chicas, pero también
en el ejercicio y respeto de las libertades y derechos conseguidos
tras años de esfuerzo y lucha. Brotes de violencia de género, pero
también de LGTBfobia, racismo, comienzan a ser una constante que
precisa de una intervención inmediata.
La
tarea no es fácil, pero tampoco es imposible o utópica. La Juventud
tiene más alternativas, y es ahí donde tenemos que incidir. El
camino está marcado y ya se han comenzado a dar los primeros pasos
para aniquilar todos y cada uno de los mitos, ritos, roles y
estereotipos que giran en torno a este tema. Talleres,
charlas, campañas de sensibilización, programas especiales de
prevención de Violencia de Género, racismo... son las herramientas
de las que disponemos para contrarrestar el efecto de años y años
de “cuentos de hadas, princesas y príncipes”. La Juventud
necesita – aunque no lo demande – que alguien les muestre que ni
el mundo es de color de rosa, ni los celos son una muestra de amor,
ni siempre hay un príncipe azul o una reina de corazones
esperándonos para vivir la eterna felicidad.
A
modo de conclusión, no quisiera perder la oportunidad de citar una
frase que, indudablemente, define bastante bien la situación actual
de la Juventud y sus relaciones amoroso-afectivas: “Estamos tan
condicionadas por los valores masculinos, que hemos cometido el error
de emularlos al precio de nuestro propio feminismo" (Kelly,
Petra)
* http://www.youtube.com/watch?v=F49If5qxKC4
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