Ayer,
14 de Noviembre de 2012, haciendo ejercicio de uno de los pocos derechos que,
hasta la fecha, se nos está permitido “usar”, el Derecho a la
Huelga y a manifestarnos, me di cuenta, junto con dos compañeras
“del camino”, que nuestra generación, la generación del “cuanto
más estudies mejor futuro tendrás”, “cuanto más te esfuerces,
mayor será tu recompensa”, tiene un nombre propio, y no es el de
los ninis o la generación perdida, pues lo cierto es que,
ahora, más que nunca, y por primera vez, sabemos bien quiénes somos
y dónde nos encontramos: somos LA GENERACIÓN SINSIN.
Fuimos
la generación que creció con la esperanza de labrarse un porvenir a
través de la formación. La generación que vivió la infancia en
base a los patrones y el respeto a los demás. La generación que
“regresó al futuro” - sin noticias de Marlene - y siempre soñó
con la posibilidad de formar una familia al sixties style
donde todos los días, cada mañana, el tazón de cornkflakes estaría
tan rebosante, que los copos de maíz precipitarían sin más.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTaFO3QT8bEdEEpjuL_DE_r8tPVm9oBwaDLrNaonK8GoDL8QNNBp_B4mDTPwCcROJJfpAHCLFJe72j5-SfWZz6fFx1pOmCX5Er7NGDigmb54zU9FCBI5KReJKcBlDjTO0ldI1GXYE51Gpb/s1600/corn_flakes.jpg)
La
generación a la que se le prometió TODO, y no ha conseguido NADA.
La generación del “Simón dice...” y el “Oops I did it again”.
La generación de “aquellos maravillosos años” escritos en
cursiva en cuadernillos Rubio... Y sin embargo, ahora... nos damos
cuenta que la palabra que mejor nos define - y definió - fue siempre
la “INGENUIDAD”
Somos LA GENERACIÓN SINSIN. La Generación SIN esperanzas. La Generación SIN trabajo. La Generación SIN Derechos Sociales y Laborales. La
Generación SIN expectativas. La Generación SIN valores. La
Generación SIN Libertades, SIN Sanidad, SIN Educación... La
generación sobrecualificada que tiene que ver cómo la vida se le va SIN que nadie le de la oportunidad de demostrar su valía. Una
generación que asiste, atenta, al dantesco espectáculo de “asumir”
la corrupción como algo cotidiano.
Una
generación SIN ilusión, que se aferra a salir a las calles, y
decir: “¡Basta ya, coño! ¡Basta ya!" Una generación que aprendió
a curarse las heridas con tierra, y no se rinde. Somos una generación SIN muchas cosas, que ha aprendido a convivir con ese “SINSIN”.
Y por ende, una generación SIN MIEDO a gritar, a manifestarnos, a
luchar por lo prometido. Una generación SIN temor a perderlo todo,
porque ya no tenemos nada.