- ¿Qué
quiere el pueblo? – Preguntó María Antonieta.
- Pan- Se dice que le dijeron.
- ¿No tienen pan?... Que coman pasteles – Sentenció María Antonieta
- Pan- Se dice que le dijeron.
- ¿No tienen pan?... Que coman pasteles – Sentenció María Antonieta
Cincuenta y ocho años después, un 5 de febrero de 1847, nacía Juan Bethencourt Alfonso, en San Miguel de Abona. Sesenta y seis años más tarde, en agosto de 1913, fallecía en Santa Cruz de Tenerife. Actualmente, y muy a pesar de las infundadas supersticiones que alberga el número 13 donde quiera que lo espeten, se conmemora el primer centenario del fallecimiento de aquel ilustre historiador y médico canario que, para orgullo de todos los sanmigueleros y sanmigueleras, con su Historia del Pueblo Guanche nos situó en el mapa de los estudios sobre la Etnografía de Canarias y su posterior desarrollo.
Tras de sí, no
sólo nos dejó un legado fundamental para conocer la cultura canaria
de su tiempo, sino una ventana abierta al pensamiento de un
intelectual y político favorable a las libertades civiles, los
derechos individuales y bastante crítico con el sistema caciquil
imperante en la Canarias de aquel entonces. Cæteris
paribus, Nihil novum sub sole, o en otras
palabras, aquí “todo permanece igual”.
![]() |
SAN MIGUEL DE ABONA |
Dice la
historia oral - aquella de la que nuestro historiador fue uno de
los principales valedores y por la que destacó frente al resto de
profesionales del gremio - que el Dr. Juan Bethencourt Alfonso, por
algún motivo - y en algún momento -, se sintió ofendido y no
quiso saber nada de su pueblo natal. Nada se puede concretar respecto
a ese “inusual” sentimiento de realidades encontradas que
percibieron en su figura vecinos y coetáneos, pero si la realidad de
aquellos años – y salvando las distancias - se trasladara al
momento actual que vivimos en San Miguel, no es de extrañar que un
político liberal de las características del Dr. Bethencourt pusiera
el “santo en el cielo”. Máxime, cuando sobre su figura discierne
el debate que se plantea en estas líneas.
«Los
quejidos de la coruja, la tristeza del alcairón y un murciélago en
las casas, barruntan desgracias». El
centenario del fallecimiento de Juan Bethencourt Alfonso llega a San
Miguel de Abona en época de embargo. De vacas flacas, de crisis. Y
mientras cientos de familias se las ingenian para “sobrevivir” al
“Chineche” (infierno) de no tener trabajo y apañárselas a
“trompicones” con el día a día (y los recortes a recortes), a
las cabecitas “mal - pensantes” del Ayuntamiento “sanchinechero”
no se les ocurre otra cosa más que gastarse 5.362,73 euros en un
busto en bronce de la figura de aquel que – en vida – se dice que
renegó del caciquismo como sistema, y de su lejanía para–con la
realidad social del momento que le tocó vivir.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgNQY74HeUozz-MQ2OaeuyN9_Wy6jFNQbuBY7Qgq0Asn6TW7ovV8pOo8OCKan_tVsv8qNggVnkY2ZQ-AseBy5-oM8utdxP4ZVFjBLRfOlSOIQScyCI83-JV3rtX-3jDENWTNuqK34U9C-7r/s1600/090330+vacas+flacas.jpg)
Irónico. Como irónico es que desde el Consistorio de los “primos” – y estando un servidor totalmente de acuerdo con la necesidad de reconocer y resaltar la figura de tal ilustre sanmiguelero – no se les haya ocurrido otra forma de conmemorar y celebrar los 100 años de su ausencia, más que con este incoherente y caprichoso despilfarro de dinero. Pueden llamarlo demagogia, o simplemente realidad, pero en este caso, ni el fin justifica el gasto, ni posiblemente el gasto se adecue con el sentir popular.
¡Sálvenme de
mis palabras sus propios descendientes!... Pero no peco al decir que,
si bien sobre “bustos” no hay nada escrito, si que lo hay sobre
la incongruencia de vivir acorde a unos principios y ser homenajeado
en función de lo contrario que se predica o siente. Con la que está
cayendo, ni es justo, ni creo que alguien como Juan Bethencourt
Alfonso permitiese que “su busto” fuese “el vacío” en muchas
mesas sanmigueleras. Existen mil y una maneras de rendir homenaje a
personas que lo merecen. Pero ahora, precisamente ahora, un
Ayuntamiento no se puede permitir el lujo de comer pasteles, mientras
el pueblo no alcanza ni a soñar con el pan.
En la televisión retransmiten los Premios Goya. ¡La cosa va de “bustos”! Una película muda en blanco y negro se alza con el mayor número de “cabezones” ¡Que nadie deje que el silencio se vuelva “moda”! ¡Silencio, se rueda! ¡Acción! Y el silencio nunca dijo nada… permaneció, impertérrito al otro lado de la cámara, como un busto que acecha a las palomas… Inquieto, desconfiado, intranquilo.
En la televisión retransmiten los Premios Goya. ¡La cosa va de “bustos”! Una película muda en blanco y negro se alza con el mayor número de “cabezones” ¡Que nadie deje que el silencio se vuelva “moda”! ¡Silencio, se rueda! ¡Acción! Y el silencio nunca dijo nada… permaneció, impertérrito al otro lado de la cámara, como un busto que acecha a las palomas… Inquieto, desconfiado, intranquilo.